Es innegable que Leonardo Guillén se encuentra acorralado y con sus patadas de ahogado cela al Partido Acción Nacional como novio puberto; estas acciones no se fincan en una decisión propia, resulta evidente que sigue órdenes del Comité Nacional del PAN, o más bien de “su patrón”, Damián Zepeda Vidales.
El único fin que los mueve es apoderarse totalmente de un PAN que sienten como propio y el cual no quieren compartir con ningún grupo interno.
Ayer se filtró a través de redes sociales que al ex alcalde de Hermosillo, Alejandro López Caballero, quien hasta hace unos meses era acogido con bombo y platillo en esas oficinas, ahora le niegan hasta usar la sala de juntas, donde pretendía realizar una conferencia de prensa; la justificación fue que ese sitio no se utiliza para ventilar asuntos personales.
Y es que después de la demanda que López Caballero interpuso ante la Comisión de Asuntos Internos y el Tribunal Estatal Electoral, donde acusó a Leonardo Guillén de ser un dirigente ilegal y que tendría que convocar de inmediato a una elección, ya fue resuelta por el Tribunal Estatal Electoral, en lo que puede considerarse un empate técnico.
La decisión de este Tribunal giró sobre dos puntos:
Primero: Pide modificar los tiempos para la renovación de la dirigencia. La convocatoria del PAN fijó para fines de agosto la elección, pero el Tribunal determinó fuera dos meses antes, es decir para el 27 o 28 de junio.
Segundo: El Tribunal también estableció la improcedencia de la demanda de López Caballero argumentando no sobre el fondo de la supuesta presidencia ilegal, si no fundándose en razones de procedimiento, concretamente en el incumplimiento de los tiempos para presentar dicho alegato.
En ese sentido, Leonardo Guillen no puede ser destituido de la dirigencia estatal de PAN.
El ex alcalde capitalino estaba ansioso por dar esa noticia a los medios de comunicación, así como su postura y lo que pretende hacer después de esta decisión del Tribunal, sin embargo, la dirigencia panista le negó el uso de sus instalaciones.
El mensaje de Leonardo Guillén es claro:–¡Alejandro, en el PAN no te queremos!–
Respuesta que era evidente. Nadie quiere que le estén “tupiendo” en sus propia cara, y no le abrirán espacios para ser golpeados, una actitud lógica.
Y es ahí cuando se evidencia el temperamento de López Caballero, quien se especializa en utilizar este rechazo de la dirigencia partidista para presentarse como mártir ante quienes somos testigos de esta pelea sin sentido.
Negarle la sala de juntas no lo detuvo, por el contrario lo alentó a realizar una rueda de prensa y ahí expresar su versión. De lo único que puede presumir Guillén es que lo hizo gastar para rentar el salón del Hotel Colonial.
Sin embargo, este papel de víctima asumido por López Caballero tampoco sirve de nada a sus aspiraciones políticas; aún cuando logre quitar de la dirigencia a Guillén Medina, incluso en el remoto caso de ganar la Presidencia del PAN no le abonaría mucho a su anhelo, menos le ayudaría ser expulsado o en su defecto le fueran suspendidos sus derechos políticos como militante.
No debemos olvidar que Alejandro aspira a ser candidato a la senaduría y de ahí catapultarse a la gubernatura; pero eso no lo podrá lograr si insiste en enfrentar y dividir lo poco, muy poquito que queda del PAN.
No pretendan engañarnos, la verdad es que ninguno de los aspirantes a la dirigencia como el propio Alejandro López Caballero, Ernesto Munro Palacio, David Figueroa, David Galván o Célida López buscan mejorar las condiciones actuales del PAN, cuya primer meta es ganar la confianza del elector; lo que realmente quieren es satisfacer su ego, sus intereses particulares y tomar revancha de aquellos a los que acusan ser los malos.
La triste realidad es que luego de Guillermo Padrés el PAN es como pelear por la paleta que se cayó al piso y al levantarla se encuentra llena de pelusa,“ y lo peor que ya la beso el diablo”.
Es claro que cada quien busca jalar agua para su molino; el Partido Acción Nacional debe agarra un rumbo ¡pero ya!, hasta el momento Leonardo Guillén es soso o es insípido sin sal, ni pimienta, al grado que su paso por la dirigencia panista es gris, pues no tiene calidad para ser una oposición fuerte, frente a las decisiones del Gobierno del Estado.
Y es que sumieron en un desprestigio tan grande que ni ganas dan de asomar la cara por él.
En ese sentido, López Caballero debe de dejarse de caprichos y entender que es poco lo que quedará del PAN un partido destruido, sin credibilidad, con eso no le va alcanzar para realizar sus aspiraciones, le resultaría mucho mejor darle tiempo al tiempo y dejar que esto acomode sus piezas, si es que pueden.