Por Rigo Gutiérrez E.

Son como un virus esparcido por todas las redes sociales. Nos muestran constantemente los síntomas de la enfermedad del país. Todavía no hay explicaciones claras de cómo surgen, pero es una enfermedad endógena sin control.

Se trata del fenómeno de las #Lady y los #Lords —así, con el popularmente conocido signo “gato”, empleado en el lenguaje de las redes para establecer “tags” o etiquetas—. Es como se les ha identificado en los últimos años a esos personajes que prácticamente se vuelven un tema de conversación, primero en el mundo virtual hasta permear en el acontecer diario.

¿Pero qué los hace tan populares? Son una mezcla de tres elementos claves en un contexto muy particular de México:

-El poder de la imagen. #Lady100Pesos Lorena Aguirre, una chica que tras chocar varios autos e ir conduciendo en estado de ebriedad, es grabada intentando sobornar con un billete de cien pesos a policías de Guanajuato. Probó la fama de la vergüenza.

En nuestro país el soborno es el pan de cada día. La Encuesta Nacional de Calidad e Impacto Gubernamental 2015 revela que la tasa de población que tuvo contacto con un servidor público y tuvo alguna experiencia de corrupción fue de 12,590 por cada 100 mil habitantes; el 55.2% fue con autoridades de seguridad pública. El video cuenta por miles las visitas, lo lamentable son los comentarios coincidiendo en los “míseros” cien pesos que aparenta ofrecer a los oficiales. Las víctimas, a nadie le interesan; el cohecho, menos.

-Una dosis de indignación. #LordFerrari Alberto Santíes, un empresario que presuntamente ordenó a sus escoltas golpear a un automovilista tras un altercado en una vialidad de la Ciudad de México. El video se esparció en las redes. Ahí se observa cómo un escolta aborda al conductor, lo baja de su auto y en un lugar —oculto a la cámara— le da una golpiza. La audiencia reaccionó con irritación contra Santíes, dueño del Ferrari rojo. No es para menos, en México la brecha de desigualdad es enorme: más de la mitad de los mexicanos viven en pobreza; un 10% más rico del país se queda con el 64% de la riqueza, y 9 de cada 10 mexicanos se tiene que repartir el 36% restante. Sólo unos cuantos privilegiados viven en el penthouse, y el ascensor social está descompuesto, como lo precisa el escritor e investigador del CIDE, Ricardo Raphael. Las redes son válvula de escape.

-Legitimados por los medios. #LadyProfeco Andrea Benítez, hija de Humberto Benítez, ex Procurador Federal del Consumidor (Profeco), se le hizo fácil llegar a un restaurante, exigir una mesa sin previa reservación y al no tener un lugar amenazó con clausurarles por sus facultades. A los minutos inspectores de la Profeco arribaron al restaurante ‘Maximo Bistrot’ de la Ciudad de México. Aunque en este caso ocurrido en abril de 2013 no existe testimonio audiovisual, los medios de comunicación tradicionales retomaron la denuncia que se diseminó primero en redes sociales, legitimándose como un claro abuso de autoridad. Bastaron tres semanas de presión en la prensa hasta que Benítez fue destituido de su cargo por instrucción del presidente Enrique Peña Nieto. Un exceso evidenciado.

 

Como cáncer de la red

 

Pero esta camada de Ladies y Lords son consecuencia de una realidad palpable en México. Están impregnados de dos escancias: impunidad y desigualdad. Son cáncer de nuestra sociedad. Arropados por un sistema que se encarga de alimentarlos en automático.

Y sí, el efecto o manifestación de esta enfermedad es que casi a diario estos personajes saltan a la red bajo los más variopintos hashtags.

(Aunque también habrá que diferenciar, hay casos de personas a las cuales atribuyen la etiqueta de Lady solo para la mofa o burla de las redes, sin tener apariencia de impunidad, solo ser un error —tema aparte—).

En medio de este contexto no podemos olvidar otro detalle esencial ¿por qué es fácil dejarnos llevar por los videos virales?

Habrá que considerar a propósito, la Encuesta Nacional sobre Disponibilidad y Uso de Tecnologías de la Información en Hogares, levantada por el INEGI en 2015, ahí se expone diversos datos ilustrativos.

De entrada, en nuestro país el 57.4% de la población se considera internauta —62.4 millones de personas—. Entre los seis y 34 años se encuentra el 73.6% de los usuarios, un segmento predominantemente joven.

Los principales propósitos por los cuales se usa internet son: para obtener información (88.7%), para comunicarse (84%), para ver contenidos audiovisuales (76.6%), para entrar a redes sociales (71.5%), y para el entretenimiento (71.4%).

Por eso no es de extrañar la facilidad con la cual se ‘viralizan’ los contenidos de estos personajes. El consumo o la demanda de estos permiten su crecimiento.

Ahora bien, los retos frente a este fenómeno son enormes y como cuando los médicos detectan enfermedades, es imprescindible seguir ciertos pasos para establecer una mejora. De entrada generar un diagnóstico acertado, posteriormente aplicar un tratamiento, y finalmente esperar una recuperación.

Solo habrá que recordar, el fenómeno de las Ladies y Lords existe de tiempo atrás, hoy lo vemos magnificado por el altavoz de las redes sociales, es la manifestación de una enfermedad más arraigada, la impunidad. Para eso es necesario un trabajo profundo, aplicar un antídoto desde el tejido social.

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