Tony Fernández, un virtuoso torpedero que fue seleccionado cinco veces para el Juego de Estrellas en una carrera de 17 años en las Grandes Ligas y que fue pieza clave para que los Azulejos de Toronto se coronasen campeones de la Serie Mundial de 1993, falleció el domingo tras complicaciones por una enfermedad renal. El dominicano tenía 57 años.

Fernández fue desconectado de la respiración artificial la tarde del domingo, con su familia presente, en un hospital en Weston, Florida, informó Imrad Hallim, el director y cofundador de la Fundación Tony Fernández.

Fernández se encontraba en un coma inducido y llevaba año esperando por el trasplante de nuevos riñones.

Durante su trayectoria con los Azulejos en la década de los 80, Fernández ganó cuatro veces seguidas el premio Guante de Oro. También mantiene los récords de la franquicia de hits y juegos disputados. Bateador oportuno en las cinco postemporadas en las que participó, el dominicano cumplió cuatro ciclos distintos con Toronto y militó con otros seis equipos.

Uno de esos equipos fueron los Yanquis de Nueva York, quienes le reemplazaron como torpedero ante la presencia de Derek Jeter, entonces con 21 años de edad, en 1996. Se suponía que Fernández pasaría a defender la intermedia y mantenerse en el equipo como póliza de seguro, pero se fracturó el codo derecho (por segunda vez en su carrera) al zambullirse por una pelota cerca del final de una pretemporada y se perdió toda la campaña.

Jeter, desde luego, fue consagrado como el Novato del Año de la Liga Americana y obtuvo el primero de sus cinco títulos de Serie Mundial. Fernández, quien había sido contratado para hacer más expedita la transición de Jeter como titular, recibió un anillo de la Serie Mundial por parte de los Yanquis esa temporada.

Sagaz bateador ambidiestro y veloz en las bases, Fernández debutó en las mayores con los Azulejos, cuando tenía 21 años, en septiembre de 1983. También jugó para los Padres de San Diego, los Mets de Nueva York, los Rojos de Cincinnati y los Cerveceros de Milwaukee. Se retiró tras la campaña de 2001.

Su promedio vitalicio fue de .288 con 94 jonrones y 844 impulsadas en 2.158 juegos en las mayores. Es el único jugador en la historia de los Yanquis que bateó para el ciclo en un juego en casa, lográndolo en 1995.

Fernández terminó su carrera con 2.276 hits, 1.057 carreras anotadas, 414 dobles, 92 triples, 246 bases robadas y un OPS de .746. Se ponchó apenas 784 veces en 8.793 apariciones al plato — sin excederse nunca de los 74 en una temporada.

En particular al inicio de su carrera, el delgado Fernández fue un espectacular torpedero. 

Elegante en el fildeo, tenía una manera particular de soltar la bola casi por debajo de su cadera y haciendo unos tiros que hacían una parábola antes de caer mansamente en el guante de sus compañeros de equipo.

Fue parte de un memorable canje en diciembre de 1990 en el que Fernández y el toletero Fred McGriff pasaron de Toronto a San Diego por el segunda base Roberto Alomar y el jardinero Joe Carter. Alomar fue exaltado al Salón de la Fama del Béisbol y Carter bateó el jonrón que sentenció la Serie Mundial de 1993 con los Azulejos.

Fernández fue canjeado a los Mets tras la campaña de 1992 y regresó a Toronto en junio de 1993. Fue el torpedero titular de los Yanquis de 1995, un equipo que le dio a la franquicia su primer boleto de playoffs en 14 años.

Nació en San Pedro de Macorís, la ciudad de la República Dominicana que ha sido cuna de incontables torpederos y docenas de jugadores de Grandes Ligas, como Sammy Sosa, Alfonso Soriano y Robinson Canó.

Después de retirarse del béisbol, Fernández se convirtió en un pastor religioso y la Fundación Tony Fernández fue creada para dar ayuda a niños pobres.

Fuente: AP

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