El 14 de junio un evento inaudito tuvo lugar en el mundo de la cultura sonorense. En un foro público lleno, con transmisión en vivo por redes sociales que alcanzó más de catorce mil vistas en vivo, ocho mujeres hicieron uso de la palabra para, desde diferentes frentes, atacar la misoginia en la literatura.

Sí, la crítica feminista de la literatura no sólo es válida sino necesaria, una pensaría que en cualquier ambiente académico, dadas las herramientas de comunicación que existen actualmente y el intercambio de conocimiento, esto pasaría por ser una obviedad. Pero no fue así, la reacción virulenta de escritores y maestros frente a la iniciativa del foro es sólo una pequeña muestra, no sólo de la misoginia que pregonan, sino de la ignorancia de la que parecieran enorgullecerse. En una argumentación ejemplar, las exalumnas dieron una clase de crítica literaria a sus maestros que esperamos tenga repercusiones en la elección no sólo de los planes de estudio de la carrera de Literaturas Hispánicas y de los contenidos que en ella se estudian, sino de los mismos profesores a quienes se paga para dar esas clases.

Sí, la experiencia de Casa Octavia que se compartió es maravillosa. Casa Octavia es una residencia para escritoras mujeres, un ejercicio de ayuda mutua que busca multiplicarse y hacerse práctica común entre nosotras. El ejemplo es maravilloso porque muestra la necesidad de enfrentar las dificultades que tiene una mujer para crear, la desigualdad que hay de fondo en el proceso creativo: el trabajo doméstico, el cuidado de la familia, el trabajo precarizado, son fenómenos que obstaculizan y dificultan el proceso creativo de las mujeres. Casa Octavia aparece como ese ejercicio de mujeres para mujeres facilitando cuidados para abrir tiempos y espacios para su creatividad, ¡gracias y en horabuena!

Y sí, pues, también se hicieron denuncias. Y es necesario que salga esto en las notas. El foro no fue sólo académico, fue artístico, pero también militante. Denunciar las violencias machistas en el mundo cultural de escritores en Hermosillo fue, sin duda, el acto más disruptivo del evento y del que menos se habla en las notas que lo han reseñado. No es casualidad. Estamos acostumbradas y acostumbrados, en la generalidad, a guardar silencio frente a la violencia y frente a la incomodidad de las denuncias. En el foro se denunció la violencia machista vivida por compañeras en el Encuentro de Escritores “Horas de Junio”, que tiene más de veinte años llevándose a cabo. Esto despertó una nueva denuncia de violación sexual por parte de un profesor de la escuela de Literaturas Hispánicas. ¿Qué se va a hacer frente a estas denuncias? ¿Por qué los diarios locales no están poniendo atención sobre ellas? ¿Por qué el medio de escritores está tan silencioso ante denuncias tan escandalosas?

Definitivamente lo que sucedió en este foro marcó un hito en la historia de Sonora. Nunca con tanta franqueza se había expuesto la violencia sexual dentro de los círculos literarios locales y me parece que como Casa Octavia, también es un ejemplo a replicarse en otras regiones. Estamos en un momento histórico en nuestro país, el consenso machista está pasando por una crisis, miles de mujeres se están organizando para defenderse, para responder a las agresiones, la experiencia de aquellas que estuvieron antes, continúa dando fuerza para seguir generando redes de apoyo, de acompañamiento psicológico y legal. Es cierto, está costando cara la crisis, están matando y violando más mujeres, las cifras y las historias son espantosas.

Por eso es necesario darle a este evento la dimensión y la importancia que tuvo y que sigue teniendo: su ejemplo organizativo, sus alcances teóricos, artísticos, políticos dejaron claro su pertinencia: la necesidad de evidenciar y denunciar desde diferentes frentes el vínculo de la literatura con la misoginia. Además, invita a otras mujeres también a replicar la experiencia, no sólo dentro de la literatura, sino en otras disciplinas, y aquí habría quizás que poner énfasis en el periodismo, por ejemplo, que con su silencio frente a las denuncias pareciera mostrar signos de alerta. Pero y sobre todo, también invita a pensar en la violencia machista, más allá de las fronteras disciplinarias, en esa que se instala en la cotidianidad y que se reproduce en cualquier ámbito.

El evento fue como un llamado abierto, público, franco. La pregunta es ahora: ¿cómo respondemos a esa interpelación? ¿qué responde la Universidad de Sonora? ¿qué responde la organización de Horas de Junio? ¿qué responde el ambiente periodístico? ¿qué responde la comunidad literaria de Sonora?  El anuncio de la continuidad del foro el año que viene muestra que lo que está en juego no es nada fugaz y que el trabajo consciente, militante, desde la literatura, seguirá generando espacios comunes, lenguajes comunes y afectos desde los cuales la creatividad y la justicia puedan, por fin, articularse.

 

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