El Juglar de la Red

Por Rafael Cano Franco

Los periodistas en México hemos sido duramente castigados, tanto por políticos como por los grupos criminales; las 16 muertes que contabilizamos en el gremio es una prueba de ello, no hay duda que en las condiciones actuales muchos reporteros buscan zonas de confort donde no incomoden a personajes con poder que puedan lastimarlos físicamente a ellos, sus familias o hacer que pierdan su trabajo por los opiniones vertidas en sus espacios.
Quienes están en posiciones de poder, utilizan su influencia y las redes que tejen, para impedir que se les cuestione.
Si se trata de políticas mujeres que no dan resultados o cuyas propuestas son cuestionadas se cobijan en subterfugios legales como eso de que se trata de violencia política de género en su contra.
Denuncian y someten a los compañeros a fuertes multas, los acusan de acosadores y violentadores, los criminalizan por sus opiniones y con ellos los acallan o censuran. Es una nueva forma de atentar contra la libertad de expresión.
Con toda esa parafernalia legaloide le sacan la vuelta a los cuestionamientos y se “vacunan” para nunca ser increpados públicamente por las decisiones que toman y que terminan por afectarnos a todos.
Luego está la censura disfrazada réplica; el presidente de la República es un maestro en estos menesteres, desde su púlpito mañanero y con el espacio “Quien es quién en las mentiras”, pretende desacreditar las voces críticas que se alzan en contra de las decisiones gubernamentales, para López Obrador todo mal comentario es producto de un “amafiamiento” que pretende desprestigiar su gobierno.
De las miles de mentiras que se han dicho en las conferencias mañaneras, de esas, el Presidente no dice nada y ese es precisamente el asunto central. Si no dijera mentiras no diera “carnita” para expoliarlo públicamente y tampoco se preocuparía de lo que se dice de su gobierno.
De esa actitud presidencial apareció una nueva figura, la violencia institucional, gobernantes que achacan sus fracasos a los medios de comunicación o a periodistas en específico y los acosan, hostigan, señalan públicamente y hasta los violentan sin mayor problema porque saben que la impunidad los va a cobijar.
Esa violencia institucional llega al extremo de acusar a los medios de comunicación de ser factores para que los hechos de violencia que afectan zonas, municipios o estados, y que son reportados en las noticias cotidianas, sean el verdadero motivo de la mala imagen de algunas ciudades. Desde la óptica convenenciera de esos gobernantes o políticos, debemos abstenernos de informar sobre la violencia en las calles, en el entendido de que con eso nadie se va a enterar y por ello no se generara un menoscabo a la imagen de una ciudad, municipio o entidad.
Eso es tanto como que la basura en lugar de tirarla, simplemente se esconda.
De todo eso que va formando un caldo de cultivo, lo que sigue es atentar contra la integridad de los periodistas. No es fácil concluir que se generó un clima donde el eslabón más débil es el periodista y que se considera que acallando una voz crítica o incómoda, se acaban los problemas y los señalamientos.
Porque a toda esa situación se agrega un detalle más grave y que termina por cerrar ese círculo vicioso.
Los atentados y crímenes contra periodistas difícilmente se investigan y mucho menos se detiene a los autores materiales o intelectuales de esos hechos. La impunidad se vuelve el manto protector que cobija a todos y mediante el cual se encubre cualquier situación de violencia que padezcan los reporteros, las periodistas o los medios de comunicación.
Sin castigo, el mensaje se traduce en una invitación a seguir atizándole duro a la violencia contra el gremio, al final de cuentas solamente hay que soportar las expresiones de condena, las marchas de los colegas y luego no pasa nada, porque las autoridades no investigan o solamente simulan que lo hacen.
Por eso, podría considerarse que la expresión lanzada por un elemento de la Guardia Nacional a un periodista que cubría una balacera en Caborca pudiera tener sentido: ¡córrale señor reportero!
Pero el reportero solo movió su automóvil y siguió documentado los hechos.
Así estamos todos los periodistas en México: invitados a salir corriendo, pero seguimos documentado lo que sucede a pesar del riesgo que implica ejercer esta profesión.

Un esfuerzo que se valora
El alcalde de Hermosillo, Antonio Astiazarán Gutiérrez logró incrementar la fuerza vehicular de la policía municipal en más de un 260 por ciento, pasó de 80 patrullas que recibió del gobierno municipal anterior y ahora presume que tiene más de 300, la gran mayoría eléctricas y por tanto más económicas para el ayuntamiento.
Esa inversión no es concurrente con apoyos del gobierno federal, toda vez que programas como el Fortaseg no le aportan recursos al Ayuntamiento de Hermosillo y por tanto el esfuerzo es todavía más encomiable.
Cierto que más patrullas no garantizan una seguridad pública óptima, pero es el primer paso que debe darse. Lo segundo es formar a los policías y en esto no solamente se habla de técnicas policiacas, también de comportamiento, imagen, redacción, relaciones públicas, ética, moralidad y particularmente de un afianzamiento en la vocación de servicio.
Esas 300 patrullas que ahora tiene el Ayuntamiento de Hermosillo no deben ser para acosar ciudadanos que acudieron a un restaurante y tomaron una copa; deben estar vigilando conductas antisociales, previniendo el delito, dando rondines por las colonias conflictivas, inhibiendo con su presencia a los criminales.
Si las patrullas y los policías solamente están en los bulevares o en las calles más transitadas la percepción ciudadana es que pretenden buscar “mochada”, sorprender a incautos y sacar raja de cualquier situación que les pueda proveer de una cantidad de dinero. La seguridad pública no puede circunscribirse exclusivamente a detener borrachos, tiene implicaciones mayores y repercusiones más importantes.
Las patrullas eléctricas son un excelente modelo que no debe ser considerado en el Ayuntamiento como una caja registradora móvil, en todo caso deben irse a cumplir la función básica de la prevención, tanto de delitos como de accidentes vehiculares.
Mientras que el ciudadano siga considerando que el policía municipal es un delincuente uniformado y poco se le respete y valore por el trabajo que realiza o el servicio que presta; mientras se le considere un eventual desfalcador de los bolsillos del ciudadano que detiene, en poco ayudan tantas patrullas, si acaso para considerar que algo se está bien en el Ayuntamiento en materia financiera, pero de pocos resultados en la seguridad pública.
En las condiciones actuales y con la imagen que tienen los ciudadanos de sus policías, llenar las calles de patrullas es tanto como mandar el mensaje de que en lugar de que nos están cuidando, somos severamente observados para, ante el cometimiento de faltas menores, ser detenidos o extorsionados.
El primer paso de tener patrullas ya lo dio el Ayuntamiento de Hermosillo, lo que sigue es preparar a quienes las conducen y eso es un asunto fundamental como el equipamiento, incluso más prioritario e importante.

Tips cortitos pa´no enfadar:
1.- El inicio del ciclo escolar trascurrió con varios incidentes en su primer día, no fue el mejor inicio, pero tampoco el peor que se registre, de alguna manera establece que los padres de familia están inconformes con la situación en la cual sus hijos reciben clases.
Esperemos que eso no se mantenga y que las autoridades educativas de inmediato atiendan los reclamos y las manifestaciones.
Un primer asunto a tratar de entrada, donde volvió a fallar el gobierno, fue no entregar las cantidades suficientes de libros de texto gratuito para que cada alumno tenga los que les corresponden.
Todo indica que llegó la mitad de los requeridos y entonces los alumnos deben compartir esos materiales pedagógicos lo cual implica un serio problema de aprendizaje y manifiesta una indolencia gubernamental frente a un insumo tan importante para la educación de los escolares.
Sin uniformes escolares, sin útiles escolares y sin los libros de texto suficientes, resulta por demás evidente que por andar en la grilla no se cumplen los requerimiento mínimos que demanda una educación de calidad.

Otros Juglares:
–“Con esos elementos estamos ya en las mejores condiciones posibles para recibir a nuestras niñas y niños. De manera complementaria quiero decir que he asumido de manera invariable a la educación como uno de los factores fundamentales para el desarrollo de Sonora. He ducho que vamos a trasformar o que la trasformación de nuestro estado pasa inevitablemente por las aulas”.
Lo dijo el gobernador Alfonso Durazo al emitir un mensaje por el regreso a clases presenciales de 450 mil alumnos y 25 mil maestros, reconoció el esfuerzo de las padres y madres de familia y valoró a la educación como un elemento básico para trasformar Sonora. Que alguien le informe de las omisiones cometidas por su gobierno y de la falta de previsión para que todos los alumnos cuenten con los elementos pedagógicos mínimos que no se entregaron.

Gracias por su atención, hasta el miércoles si Dios quiere. ¡¡Salud!!

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